El filón de la transformación digital

“Quedarse atrás no es una opción”. Así de tajante se muestra Carlos López Blanco, presidente de la Comisión de Digitalización de la Cámara de Comercio de España, al hablar del “torbellino” de la transformación digital, que en sus palabras se ha convertido en el “elemento clave del desarrollo de la economía y, con ello, en el de mayor impacto en el bienestar de la sociedad”. Según el Observatorio de Competitividad Empresarial de la Cámara de Comercio, las cosas van por el buen camino. No en vano, el 88% de las empresas encuestadas afirma tener un nivel de digitalización medio o alto. Sin embargo, este mismo estudio recalca que los servicios más avanzados, como el Cloud Computing, son los que presentan los niveles más bajos de implantación.

En este mismo sentido, el último Informe de Microsoft sobre el estado de la Inteligencia Artificial (IA) en las organizaciones españolas, elaborado por EY, muestra que la mayoría de las empresas de nuestro país cuenta con proyectos piloto de IA, pero sólo un 20% ha ido más allá de fases iniciales de pruebas de concepto, mientras que el resto de los países europeos encuestados tiene a una media del 32%. Aun así, la mitad de las empresas españolas anticipa que la IA tendrá un impacto alto o muy alto en futuras áreas de negocio aún por desarrollar. “Es decir, las organizaciones son conscientes del impacto que la digitalización y la adopción de tecnologías como la IA o los servicios en la nube puede tener en su día a día, aunque todavía no estén totalmente implantadas en el trabajo cotidiano y sean proyectos piloto”, remarca Antonio Budia, director de Operaciones y Marketing de Microsoft Ibérica.

De momento somos testigos de “un avance desigual en función de los procesos de cada empresa y de los sectores en los que trabaja”, según Jose Femenía, director de Comunicación y Marketing para España y Portugal de Alcatel-Lucent Enterprise, que reconoce que hay aspectos que están en la mirada de casi todas las empresas, como la ciberseguridad, los servicios en la nube, la IA y el análisis de macrodatos. “Por otro lado, se va interiorizando que la digitalización reduce los costes de coordinación y aumenta la eficiencia de los programas de producción, de la logística o de la gestión de inventarios”, comenta Femenía.  

El peso de la Ley

A pesar de esa desigualdad a la hora de abordar la transformación digital, Pablo Collantes, director de Canal para Iberia de HPE Aruba, tiene claro que todas las organizaciones terminarán afrontándola: “Hay empresas que, por su tamaño o determinadas circunstancias, tardarán más o menos, pero todas se subirán al carro de la digitalización porque les va el negocio en ello. Si bien es cierto que se trata de una transición con diferentes momentos en los que veremos early adopters y followers, al final no habrá nadie que se quede atrás”.

En este contexto, la regulación parece postularse como uno de los motores de la transformación digital. Así lo entiende Jesús Cabañas, director regional de PFU (EMEA) para Iberia: “Si tuviera que dar una regla general, sería que se digitalizan antes aquellos procesos afectados por una normativa y en los que, de forma adicional, la tecnología les permita dotarse de una mejora de la eficiencia”. Según Cabañas, absolutamente todas las compañías están en proceso de transformación y, más que el tamaño de la empresa, el factor determinante es el grado de digitalización del sector. Esto a su vez viene motivado “por factores regulatorios y de eficiencia operativa”. Por ejemplo, el mundo de la gestión contable ha visto su trabajo afectado por la normativa del SII (IVA en tiempo real) y esto le ha llevado a la búsqueda de herramientas que permitan hacer más ágil sus procesos y, en la medida de lo posible, digitalizarlo. “En este caso, los buenos usos y el cómo se afronta esta transformación se está expandiendo de forma muy rápida”, apunta el directivo de PFU.  

Por el contrario, las organizaciones que aún se resisten a abordar su digitalización son, según Cabañas, aquellas cuya rentabilidad ha estado garantizada y no se han visto obligadas a afrontar nuevos cambios: “Por ejemplo, en el mundo de la Administración Pública, si no fuera por la Ley 39, muchas entidades dependientes del Gobierno no estarían planteándose un expediente electrónico o hacer totalmente digital la interacción con el ciudadano. Pero esto no se limita a la administración, sino que el nuevo RGPD ha sido un catalizador para que muchas empresas comiencen a digitalizar documentos y procesos; sin embargo, aquellas empresas donde el RGPD les afecta de forma muy tangencial, no han dado pasos determinantes hacia su digitalización”.

De la misma opinión se muestra Fernando Asín, gerente de Oferta, Comercialización y Canales Empresas de Telefónica, que señala que “los negocios en cierta forma tradicionales y ya asentados en su mercado son a los que más les cuesta el cambio, prolongan la vida de sus activos lo máximo posible e implantan nuevas tecnologías cuando han visto que otras compañías de su sector ya lo han hecho con éxito”. Según Asín, un reto para estas organizaciones es la formación de sus empleados, algo fundamental para conseguir una adopción total de las nuevas tecnologías. “Por otro lado, estas empresas suelen contar con sistemas que llamamos legacy, es decir, sistemas que en muchas ocasiones ya están obsoletos, aunque siguen funcionando y dando servicio, así que su transición a nuevas plataformas que permitan la evolución del negocio requiere planificación, estrategia y dedicación, lo cual no siempre es posible”, matiza el directivo de Telefónica.

Puede leer aquí el resto del reportaje.