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El COVID-19 impulsa las certificaciones ‘online’

De Perogrullo: muchos ‘partners' han aprovechado el COVID-19 para formarse o bien para mejorar las nociones que ya tenían.

transformación digital

No estamos descubriendo la pólvora si decimos que el COVID-19 ha impulsado la formación online. Tampoco lo pretendemos, que quede claro. Lo único que queremos constatar es una realidad. Realidad que, seamos francos, no ha hecho más que extender lo que ya se hacía en muchos casos antes de que aquella pandemia decidiera formar parte de nuestras vidas. “En cualquier caso, en nuestro sector ya era muy habitual el formato “virtual class”, es decir, deslocalizado. Los sistemas de aprendizaje permiten que quien imparte un curso (proveedor o formador interno) esté en una geografía e interaccione con los alumnos, que en tiempo real siguen la clase. Hasta ahora lo hacíamos desde la oficina, por lo que trasladar la formación a casa ha sido muy sencillo”, reconoce Ana Arenaza, responsable de Desarrollo de Talento & RSC de Ibermática.

Y eso es algo que el Canal ha sabido ver para aprovecharlo en beneficio propio ya sea por interés —para mejorar su competencia—, o porque el descenso de la actividad le ha permitido aprovechar el tiempo para adquirir la formación a la que aspiraba o necesitaba para competir mejor en el mercado. Así lo reconoce Jorge Mazo, Technical Presales department leader de Esprinet Ibérica, quien reconoce que “muchos partners han aprovechado estas semanas, en las que a lo mejor sus volúmenes de negocio se han visto impactados por la situación, para afrontar los procesos de certificación requeridos por los partnership de fabricantes, o simplemente para aumentar su conocimiento y experiencia en determinadas soluciones. Normalmente estas certificaciones se solían dejar para última hora, ya que el día a día no permitía afrontar con la suficiente atención estos recursos de certificación, que incluyen, en algunas ocasiones, varias jornadas de curso y estudio”.

Para continuar, Manuel Cubero, CTO de Exclusive Networks Iberia, expone que este método de formación cuenta cada vez con más adeptos —COVID-19 aparte— porque, “por ejemplo, en términos organizativos, no hay una dependencia de salas y recursos físicos, los asistentes pueden conectarse a la clase con tan solo unos minutos de antelación y disponer del entorno de laboratorio, por algún tiempo más, cuando las clases ya han terminado”.

Sin olvidar esta vertiente que aporta Karina Rojas, Enterprise Channel Account manager en Cytomic: la seguridad. No en vano, hablamos de acceso desde puestos de trabajo personales en las casas de los trabajadores, lo que, asimismo, ha supuesto un resto mayúsculo para el Canal especializado en este negocio. “Debemos tomar en cuenta que nunca habíamos imaginado que la mayoría de trabajadores de una gran cantidad de empresas estuviesen desarrollando su trabajo en remoto, desde casa, por lo que, en muchos casos, se ha tenido que resolver todo de forma veloz para proporcionar las herramientas necesarias y securizarlas lo mejor posible, y en muchos casos se ha debido aprender de forma instantánea sobre la configuración, funcionamiento y mejores prácticas de las tecnologías involucradas”, admite aquella especialista.

 

¿A favor o en contra?

No está a la altura de a quién se quiere más, si a papá o a mamá, pero lo que está claro es que el formato de formación en línea, antes del COVID-19, tenía muchos detractores, y vamos a dejarlo en muchos. ¿Ahora? Todo depende de los ojos con que se mire un modelo u otro, pues ambos presentan tantas ventajas como inconvenientes, y lo seguirán haciendo haya o no pandemia del signo que sea. “Ambas opciones tienen ventajas y pequeños inconveniente, sin duda, evitar desplazamientos y ahorrar tiempo es un gran beneficio del que ya veníamos disfrutando. Una cuestión muy importante es contar con buenos formadores que se adapten al modelo, que utilicen los medios adecuados y hagan el seguimiento que corresponda de los alumnos. Hacer un curso online no es solo coger un portátil y seguir la clase presencial a través de una pantalla, plantearlo así sería un grave error”, advierte Ana Arenaza.

Así, a modo, de ejemplo, las formaciones y/o certificaciones presenciales permiten crear un trato más cercano en el que el instructor conecta mucho más con los asistentes, puede tener un control más preciso sobre la atención que le prestan y, en el caso de llevar a cabo pruebas con laboratorios, se hace más sencilla la interacción y el control de que todo vaya correctamente. “Y por puntualizar aspectos negativos, podría mencionar la inversión de tiempo y coste que se hace para trasladarse al lugar del curso, entre otras cosas”, admite Karina Rojas.

Mientras, las certificaciones online permiten mucha más flexibilidad relacionada al lugar desde donde se imparten y se reciben. Pero, para el instructor, puede ser un poco más complicado el controlar que todos los asistentes presten la atención necesaria. “En caso de incluir laboratorios prácticos, es muy importante controlar que todos tienen acceso a los mismos y que cada uno de los asistentes pueda llevarlos a cabo con éxito”, apostilla aquella especialista de Cytomic.

No obstante, esas características también dependerán de la naturaleza de la empresa impartidora o destinataria de la formación y asimismo de su tamaño. Eso es lo que da pie a Guido Peterssen, director de Operaciones de M2i Formación a declarar que “en el caso de la formación para empresa, en los últimos cinco año, hemos visto cómo, progresivamente, las compañías con gran distribución geográfica optan, cada vez más, por la formación en remoto para sus empleados al comprobar que este formato no afecta la calidad de la formación".

Puede leer aquí el resto del reportaje.

 



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