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Realidad empresarial

Multifuncionales láser color

Al igual que en el mercado de las impresoras, los equipos multifunción en color han adoptado la tecnología láser como la mejor solución en productos profesionales. Les invitamos a conocer sus principales funcionalidades. En el mercado doméstico, los equipos multifunción de inyección de tinta prácticamente han desterrado a las impresoras independientes, haciendo que cada día sea más difícil encontrar algún modelo en producción. Sin embargo, cuando hablamos de productos para el mercado profesional, observamos cómo la tecnología láser va imponiendo sus ventajas, debido principalmente a sus reducidos costes de mantenimiento. Sin embargo, la sustitución de las impresoras por multifunciones está lejos de suceder, pues en estos equipos las diferencias de precio aún son considerables. Los multifunciones pueden clasificarse en tres grupos, según qué función sea la principal: impresión, copia o fax. Pero en los modelos de color, la clasificación pierde sentido, pues no existen modelos basados en fax, y los basados en copiadoras suelen ser máquinas de gran formato. Así pues, el típico multifunción láser color de formato A4 será un equipo orientado básicamente a la impresión, al que se le añade un escáner y un fax (en algunos casos) para realizar el resto de las funciones. Por el momento, estos son dispositivos orientados de forma casi exclusiva a la empresa, pues su elevado precio y tamaño hacen poco probable el uso doméstico, que queda, por el momento, en manos de los modelos de inyección de tinta. En nuestra opinión, una pequeña empresa está prácticamente obligada a disponer de, al menos, un multifunción láser color, que resuelva las necesidades de fotocopiado y fax, además de las de impresión. Si bien, para el resto de equipos se puede optar por impresoras independientes. Escáner plano En este tipo de equipos predomina, por tanto, el uso de escáneres planos, y con una ventana de tamaño algo superior al A4. En algunos modelos, puede llegar incluso a tener un alimentador automático de documentos (ADF) que permitirá el escaneado automático, o el envío por fax de lotes de varios documentos, o documentos de varias páginas. En un entorno de oficina, ésta es una característica muy útil, por la gran cantidad de tiempo que puede ahorrar al personal de la empresa, por encima incluso de las características de escaneado con elevada calidad de imagen, o algunas opciones que suelen incluir los escáneres independientes y equipos multifunción de inyección de tinta, y que están más orientadas a las áreas de diseño gráfico y/o a la fotografía. Así, es raro encontrar en modelos láser una buena gestión del color, y no conocemos ninguno con adaptador de transparencias. Así funciona Una impresora láser se basa en un haz de luz láser que dibuja la página en la unidad fotoconductora (OPC), para después transferirla al papel mediante electricidad estática. El trabajo se procesa y forma un mapa de bits por cada uno de los cuatro colores primarios de la página que almacena en su memoria (CMYK). La transferencia es un procedimiento de cuatro pasos, en los que se añaden los cuatro colores a la imagen completa de la página que se elabora en el tambor de la impresora. En cada uno de estos pasos se repite una misma rutina: 1. La cinta fotosensible pasa por un dispositivo que le aplica una carga electrostática negativa, de forma que queda preparada para atraer el tóner. 2. La cinta pasa por la zona donde el rayo láser la va barriendo línea a línea. Este rayo láser es modulado, de acuerdo con el mapa de bits que se almacena en la memoria, de forma que en aquellas zonas que son iluminadas la carga cambia de signo. 3. La cinta pasa por el cartucho de tóner, atrayendo este polvo que está cargado negativamente y formando la imagen del color actual. En cada vuelta, el cartucho que corresponde es desplazado hasta que el rodillo casi entra en contacto con la cinta fotosensible. 4. La cinta pasa frente al tambor de transferencia, que tiene una carga electrostática negativa, con lo que el tóner salta de la primera al segundo. Estos cuatro pasos se repiten cuatro veces, hasta que la imagen en cuatricromía queda perfectamente formada. En este momento, se carga una hoja de papel que pasa por un rodillo, que le transfiere una nueva carga electrostática capaz de arrancar la imagen del tambor. Con todo el tóner sobre ella, la página pasa por el fusor, en el que el tóner se funde y queda perfectamente impregnado en el papel. Este fusor consiste en un rodillo de goma (normalmente de color ladrillo) que está impregnado de un líquido oleaginoso, y cuyo fin es evitar desprendimientos de tóner. Los tóner más modernos se fabrican con un recubrimiento de cera en cada partícula que hace innecesaria la impregnación del tambor y mejora la calidad. En los motores “en línea” se colocan los cuatro tóner alineados y una cinta de transferencia que los recorre de punta a punta. En lugar de una unidad fotoconductora hay cuatro, como también se multiplican los láseres. Una vez aplicada la carga, cada OPC se impregna con su respectivo color. Por último, el tóner se adhiere de una sola vez en el papel. De este modo se reduce el tiempo de impresión, pues la transferencia de los cuatro colores se hace simultáneamente. Valorar la velocidad A la hora de seleccionar una impresora o un equipo multifunción, uno de los datos principales es la velocidad que es capaz de ofrecer. Todos los fabricantes nos indican en sus catálogos la velocidad máxima en negro y en color. Sin embargo, este es un dato poco útil para el usuario, pues, como ya hemos mencionado, es el valor máximo, y sólo se puede llegar a conseguirlo bajo condiciones de trabajo muy particulares de resolución, cobertura en página, y otras características. Entrando más en detalle, esta cifra sólo se consigue en una situación muy concreta, que podemos resumir en: calidad mínima y copias idénticas de una sola página con una cobertura determinada. De este modo, hay que generar el mapa de bits de una página una sola vez, y a partir de ahí, poner el motor a dar vueltas para sacar duplicados. Si las páginas son diferentes, la electrónica deberá trabajar más, pues hay que procesar información continuamente. Si además subimos la calidad al máximo, la velocidad también se reduce, ya que hay que generar mayor cantidad de información. Para terminar, no es lo mismo una página de texto que se procesa rápidamente, que una página con gráficos vectoriales o fotos, que requiere mucha más memoria y más trabajo del microprocesador de la impresora. Así, si mandamos un documento complejo de varias páginas, en la máxima calidad, no será raro ver cómo la impresora se detiene entre página y página, mientras procesa el trabajo, alejándose mucho de las páginas por minuto anunciadas. Por último, hay otro factor que influye en la velocidad, que es el tiempo en disponer de la primera copia. Si la impresora se usa poco, lo normal es que cuando vaya a imprimir esté en estado de reposo. Al recibir un trabajo, lo primero que debe hacer es despertarse y calentar, procesar el trabajo y, por fin, imprimirlo. En ese proceso hay máquinas que tardan más que otras, aunque la importancia dependerá del volumen de trabajo que vaya a recibir la impresora. Si es una de esas máquinas que no paran en todo el día puede despreciar este dato, pues es un proceso que sólo ocurrirá en la primera impresión del día. Por todo esto, dos modelos con idénticas velocidades máximas anunciadas, pueden ofrecer un rendimiento muy dispar, e incluso modelos presumiblemente más lentos pueden llegar a ser más rápidos en la práctica. Pero ¿cómo solucionar este contratiempo? Lamentablemente no hay una forma de hacerlo que no pase por probar los equipos y tomar tiempos con simulaciones de trabajo real, basadas en documentos comunes impresos en condiciones habituales. Por este motivo consideramos importante realizar análisis periódicos con los últimos modelos de los fabricantes. Estas pruebas y sus correspondientes resultados son las

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