Histórico

Trabajando al límite

Monitores CRT de 17 pulgadas

Dentro de la extensa gama de monitores que podemos encontrar en la actualidad en nuestro mercado, nos hemos decantado, para la confección del presente artículo, por el análisis de una serie de dispositivos que cuenten con un tamaño de pantalla de 17 pulgadas y altas prestaciones. En concreto, la principal premisa requerida para formar parte del selecto grupo elegido es la de alcanzar una resolución máxima de 1.600 x 1.200 puntos, valores que permiten a cualquiera de ellos conseguir una elevada calidad de imagen y, con ello, integrarse sin complejos en los más exigentes entornos de trabajo.

En este sentido, es necesario señalar que este sustancial incremento en la resolución soportada por cualquiera de los monitores seleccionados conlleva, a su vez, la imposición de una mayor efectividad en el funcionamiento de todos los componentes que conforman la disposición interna de estos eficientes dispositivos. Obviamente, el esfuerzo al que se ven sometidos cada uno de los elementos implicados en la generación y exposición de las imágenes se incrementa proporcionalmente por número de puntos que se necesitan para completar la composición de cada una de ellas. Por este motivo, ya desde el mismo proceso de fabricación, deben ser tenidas en cuenta estas consideraciones con objeto de asegurar la consecución de la calidad necesaria que permita a los dispositivos así elaborados emplearse con la suficiente garantía bajo estas rigurosas condiciones de trabajo. Así, un detallado repaso por cada uno de estos componentes nos ayudará a comprender de un modo más preciso este extremo, además de instruir a nuestros lectores sobre el funcionamiento de estos dispositivos.

Desde el corazón
El principal elemento en todo monitor es, sin duda alguna, el tubo de imagen, en el interior del cual se producen los fenómenos físicos que darán lugar a las distintas imágenes que finalmente serán mostradas por el dispositivo. Este tubo, cuyo funcionamiento fue ideado allá por el año 1907 por el físico ruso Boris Rosing y regido por una mecánica que ha permanecido intacta hasta nuestros días, está cerrado al vacío y es bastante estrecho en uno de sus extremos. Durante el funcionamiento del dispositivo, es en esta zona específica del tubo de imagen en la que son generadas nubes de electrones mediante una serie de placas catódicas sometidas a cargas negativas. Al mismo tiempo, una serie de rejillas dispuestas a lo largo de este estrecho conducto son sometidas a cargas positivas de alto voltaje, provocando la proyección de dichos electrones hacia el extremo opuesto en el interior del tubo de rayos catódicos. El tubo de imagen cuenta con tres de estos cañones de electrones, cada uno encargado de incidir sobre los puntos de un determinado color. Este modo de funcionamiento da origen a la denominación CRT (Cathode Ray Tube, en su definición inglesa) con la que se conoce esta tecnología.
Por otro lado, el extremo opuesto del tubo es sensiblemente más ancho y termina en una superficie plana cuya cara externa constituye la pantalla del monitor. En el interior de esta cara del tubo de imagen están dispuestas ordenadamente una serie de partículas de fósforo contra las cuales impactan los rayos de electrones lanzados desde el otro extremo del tubo. Estas partículas cuentan con la propiedad de emitir una radiación lumínica al ser excitadas por los impactos de los citados rayos de electrones, formando un punto en la pantalla del monitor. Además, estas partículas de fósforo se encuentran dispuestas por triadas, en las que cada uno de los tres elementos luminosos se encuentra coloreado con uno de los tres colores primarios, formando un punto físico o píxel. Dependiendo de la intensidad con la que el rayo de electrones incide sobre cada una de estas partículas se formará un punto de un determinado color en la pantalla.
Gracias a esta aclaración, puede deducirse fácilmente que un monitor que cuente con una resolución máxima más elevada debe contar con un mayor número de partículas de fósforo, además de estar éstas dispuestas de un modo más preciso, lo cuál incrementa proporcionalmente la complejidad de su fabricación.

Apuntar y disparar
Pero para formar una imagen completa en la pantalla es necesario iluminar todos y cada uno de los puntos que la conforman, por lo que los rayos de electrones deben ser dirigidos consecutivamente hacia todos ellos. Esta función es llevada a cabo por el llamado yugo de deflexión, otro más de los componentes internos imprescindibles en todo monitor y que debe forzar al máximo su actividad para conducir correctamente la elevada cantidad de rayos que se precisan en los modos de alta resolución.
Este dispositivo consiste en una serie de bobinas, situadas alrededor de la parte estrecha del tubo de imagen, encargadas de crear un campo magnético en el interior del tubo, en una zona por la que deben discurrir inevitablemente los rayos de electrones, con objeto de desviar su trayectoria y dirigirlos en cada momento hacia el punto de la pantalla en el que éstos deben incidir. Así, mediante la aplicación de tensiones de distinta intensidad se crean alteraciones en el citado campo magnético, modificándose en el mismo sentido y proporción la orientación de los rayos de electrones. En su más general modo de funcionamiento, el rayo de electrones es dirigido línea a línea y de izquierda a derecha, comenzando por la parte superior de la pantalla hasta llegar a la parte inferior de la misma, proceso que ha de ser repetido continuamente debido a la ya mencionada transitoriedad en la luminosidad del fósforo. Algunos monitores cuentan también con un modo especial conocido como “entrelazado”, en el que el rayo dibuja, en primer lugar, las líneas impares de la pantalla, y regresa nuevamente a la parte superior para dibujar con posterioridad las líneas pares. Sin embargo, por cuestiones de ergonomía, siempre es preferible elegir un monitor que utilice la primera de estas técnicas de funcionamiento.
Otro de los problemas que deben ser resueltos para obtener una correcta definición de las imágenes es la desigual distancia que deben recorrer los rayos de electrones para impactar contra distintas zonas del monitor. Obviamente, los puntos situados en el centro de la pantalla se encuentran más próximos al cañón de electrones que los situados en las esquinas de la misma. Para compensar esta desigualdad y corregir al mismo tiempo las distorsiones que el paso por el campo magnético generado por el yugo de deflexión produce en los rayos de electrones, se instalan las llamadas lentes de enfoque dinámico y que, del mismo modo, se ven sometidas a un intenso esfuerzo cuando el monitor debe trabajar al máximo de sus posibilidades.

Electrones, rejillas y máscaras
De igual forma, la necesidad de iluminar un mayor número de puntos redunda en una mayor implicación del cañón de electrones, ya que debe producir un mayor número de rayos para iluminar todos los puntos de la pantalla el suficiente número de veces para evitar el efecto de parpadeo de las imágenes. Así, si multiplicamos la frecuencia de refresco horizontal media a la máxima resolución de los monitores analizados, por los 1.600 puntos de que consta cada línea de la pantalla, obtendremos el número de rayos que el cañón debe producir cada segundo. El resultado obtenido, muy por encima de los cien millones, nos da ya u

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