Oro para los chips ópticos

El oro es ya un material valorado por los fabricantes de chips debido a su excelente capacidad de conducir electricidad, pero, además, tiene unas propiedades inusuales que le pueden permitir jugar un papel único en la producción de los nuevos procesadores ópticos. Los científicos que han descubierto estas prestaciones explican las razones.

En un procesador típico, existen unos finos cables de oro que enlazan, dentro de las obleas de silicio, unas plataformas microscópicas de conectividad con los terminales del empaquetamiento del chip. Estos cables de oro tienen un grosor de aproximadamente la mitad que un cabello humano.

Si se dividen estos cales de oro en varas 2.500 veces más finas, de unos 20 nanómetros, el oro reluce entonces de una manera diferente, según los científicos del laboratorio del departamento estadounidense de energía.

En la escala de los nanómetros, en la que una unidad es la mil millonésima parte de un metro, no son sólo las propiedades físicas que, a simple vista se observan, las que cambian: muchos materiales responden de diferente manera debido a variaciones en la temperatura, por lo que los efectos en los campos eléctrico y magnéticos son distintos cuando se dividen estos materiales en nanopartículas.

Las partículas en la nanoescala de oro estudiadas en el Argonne National Laboratory emiten luz cuando se les estimula los electrones que poseen y la longitud de dicha luz depende del grosor de la vara empleada, según los científicos. El poder controlar la longitud de la luz es algo muy importante en las comunicaciones ópticas. Por eso, se considera que el descubrimiento de este laboratorio abre las puertas a la posibilidad de que algún día se puedan fabricar túneles de luz dentro de los chips.


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