La normativa medioambiental

El futuro verde de las TI

La importancia que está adquiriendo el Green IT queda reflejada en la implicación ya no sólo de fabricantes, sino de gobiernos, asociaciones y usuarios. Tal es así que palabras como “Protocolo de Kyoto” no resultan extrañas para casi nadie. En los últimos años, la Unión Europea en general, y cada país en particular, ha ido aprobando leyes y directivas que afectan a todos los ámbitos de la sociedad. Y, como no podía ser de otra manera, las Nuevas Tecnologías tienen su propia normativa. En esta primera parte del Tema de Portada hemos tratado de conocer de qué manera afecta la legislación a un sector, el tecnológico, que parece que ha asumido su papel en la protección medioambiental y que lo está trasladando a otras áreas de la economía.

En los últimos tiempos hemos escuchado en numerosas ocasiones la necesidad de “pensar en verde”. Los beneficios que conlleva aplicar políticas de protección medioambiental van más allá de la propia ecología. Tal y como explica José Pérez, director general de Asimelec, “, la coyuntura actual de crisis económica demanda políticas de reducción de costes, y en este sentido el Green IT se perfila como la solución perfecta para aunar el ahorro de costes con la mitigación del impacto ambiental”, y es que, “la apuesta del sector TIC por el Medio Ambiente y por ofrecer un modelo de negocio sostenible que contribuya a un progreso más ecológico y responsable es clara”.

Normativa
Lo cierto es que, en materia de protección medioambiental, tanto la Unión Europea en general, como cada país en particular, están haciendo un esfuerzo por aplicar leyes que consigan una sociedad más ecológica.
En lo que se refiere al sector TIC, la normativa, básicamente, se centra en dos directivas: la que afecta a los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, conocida como WEEE por sus siglas en inglés, y la de restricciones a la utilización de determinadas sustancias peligrosas en aparatos electrónicos y eléctricos (RoHS).
No obstante, también existen otras normativas como el Reglamento REACH de registro, evaluación, autorización y restricción de sustancias y preparados químicos, o la Directiva Marco sobre diseño ecológico, transpuesta a nuestro ordenamiento jurídico por el Real Decreto 1369/2007 relativo al establecimiento de requisitos de diseño ecológico aplicables a los productos que utilizan energía.
Asimismo, “se está poco a poco extendiendo la incorporación de criterios de protección ambiental, ahorro energético y reducción de emisiones a los procesos de licitación pública, a raíz de la publicación en 2008 del Plan de Contratación Pública Verde de la Administración General del Estado y sus Organismos Públicos”, señala José Pérez.

Cómo afecta al sector
¿Cuál es el comportamiento del sector TIC en este sentido? En opinión de José Pérez, éste está siendo, a rasgos generales, ejemplar. Y es que “el sector TIC es consciente de que su actividad genera impactos ambientales y está alineado con estos desarrollos legislativos encaminados a mitigarlos”. La labor del sector va más allá ya que “está asumiendo que tiene un papel importante que jugar en la reducción de la intensidad energética y el aumento de la eficiencia energética de la economía, esto es, en mitigar los impactos ambientales no sólo en su sector sino también en el resto de sectores económicos, contribuyendo así a un crecimiento más sostenible”.
Pero el compromiso medioambiental de las diferentes empresas no queda únicamente en la aplicación de la normativa, sino que “el sector ha sido uno de los pioneros a la hora de interiorizar que la industria es responsable ante la sociedad de proteger el medioambiente, minimizar el impacto sobre el entorno y aportar mucho más que lo exigido por la normativa”, afirma José Pérez, quien además valora muy positivamente la labor que éste está realizando y que se manifiesta en “muchas de las estrategias corporativas que se han integrado de forma voluntaria”. Estas estrategias “se anticipan a los desarrollos legislativos y tienden a ejercer un control global de la sostenibilidad incorporando la variable medioambiental a todo el ciclo de vida de los productos y soluciones TIC, desde el diseño y aprovisionamiento, pasando por la fabricación y logística, hasta alcanzar la fase de uso y la gestión como residuo al final de su vida útil”.

En qué consisten
Si nos centramos en los principales esfuerzos que se están realizando, estos tratan de conseguir diseños de productos con menor demanda de energía, mayores ratios de reciclabilidad y menores contenidos en sustancias potencialmente peligrosas.
Y es que, tal y como señala José Pérez, “los dos principales objetivos a los que apuntan las compañías TIC son el de reducir su propia huella de carbono, apostando por un uso inteligente de la energía y por la innovación, y el de utilizar materiales reciclados y reciclables en sus productos. Este doble objetivo se traduce en políticas corporativas que abarcan desde el ecodiseño en las fases de producción hasta el cierre medioambientalmente adecuado del ciclo de vida de sus productos gracias a los sistemas de recogida selectiva y reciclaje de residuos electrónicos”.
Con todo ello, lo que se consigue es que “el sector TIC está produciendo equipos mejores, más rápidos y más ligeros que utilizan cada vez menos energía y se reciclan más. Además, está adoptando el papel de liderazgo en el desarrollo de tecnologías más limpias que ayudarán a desvincular el crecimiento económico del consumo de energía. De hecho, las soluciones TIC están ayudando ya a empresas y particulares a sustituir procesos tradicionales de alto impacto por alternativas de impacto reducido y bajas en emisiones, y a crear nuevos modelos de negocio estimulando con ello la innovación”.
De esta forma, se puede decir que, gracias a la innovación que están realizando las empresas del sector, se está consiguiendo que el impacto también llegue a otros sectores de la economía, “con prioridades claras como el suministro eléctrico, el hogar energéticamente eficiente, la iluminación sostenible o sectores concretos que siguen siendo muy intensivos en el uso de la energía como la construcción o el transporte”.

Medidas valoradas
A pesar de los esfuerzos que está realizando el sector, estas medidas todavía no son percibidas claramente ni por le canal de distribución, ni por el usuario final. Es por este motivo por el que, en opinión de José Pérez, “debemos empezar por lanzar mensajes claros y coherentes sobre estas políticas, con un liderazgo visible tanto por parte de la Administración como de las compañías, y con ello explicar a distribuidores y usuarios en términos comprensibles qué pueden hacer ellos para marcar la diferencia, esto es, para actuar de un modo más sostenible”.
Estos mensajes se tienen que trasladar a “la totalidad de la cadena de suministro, de manera que mayoristas y minoristas trabajen con sus proveedores para reducir el impacto ambiental de los productos y servic

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