Histórico

Barebones

El diseño al servicio del mercado del PC doméstico

El mercado de los ordenadores de pequeño formato ha experimentado una auténtica explosión en los últimos meses. Prácticamente todos de los fabricantes reconocidos de placas base disponen de sus propios modelos de mini-ordenadores. Obviamente, la entusiasta y masiva acogida de este innovador tipo de PC entre los consumidores domésticos es la principal razón de la espectacular evolución de este particular segmento de mercado.

Volviendo a los orígenes
Tras mi primera experiencia informática, nunca olvidaré a mi querido AMSTRAND 6128, no pasó mucho tiempo hasta que puede disfrutar de mi primer y verdadero PC. Obviamente, no sin antes empeñar una buena parte de mi exiguo sueldo mensual.
Puede que para algunos, hablar de los albores de la informática doméstica les resulte muy distante, pero a decir verdad todavía ni siquiera han pasado quince años de estos casi históricos sucesos. Fue a finales de año 1990, cuando tuve entre mis manos todo un PS2 de IBM. Un clásico modelo de sobremesa de la época con un motor 8086, 640 KB de RAM y 20 MB de disco duro. Ni que decir tiene que su simple contemplación era algo casi espiritual, llegando incluso al éxtasis total cuando mis primeras y poco depuradas líneas de código C eran ejecutadas con total exactitud y enorme diligencia.
Sin embargo, pronto descubrí la escasa magia que encerraba la fabricación de un PC. Una caja metálica con una ruidosa la fuente de alimentación y con una papupérrima línea diseño, tanto estética como funcionalmente, cuyo interior estaba prácticamente vacío. En realidad, aquel primer PC como la gran mayoría de los que se fabrican hoy en día, no son más que un sencillo esqueleto electrónico sobre el que se colocan un par tarjetas puestas de canto, a veces ni eso, y que se completa con dos/tres bloques rectangulares correspondientes al disco duro, CD/DVD-ROM y disquetera. Finalmente, y para darle mayor realce técnico y profesionalidad, se unen las distintas partes y componentes con una maraña de cables que a parte de su intrínseca función, actúan como excelente elemento disuasorio para todos aquellos profanos que se adentran por primera vez en las interioridades de un PC.
Dada la simplicidad mecánica del PC y sus enormes perspectivas de mercado, pronto saltaron a la palestra multitud de ensambladores cuyo negocio se centraba en el sencillo montaje (ensamblaje) de los distintos componentes, ofreciendo un producto de iguales o mayores prestaciones que los PC de marca, pero a un precio mucho más competitivo. Paradójicamente, la batalla entre el mundo clónico y los PC avalados por firmas de renombre, no se centra en las diferentes prestaciones que pueden desarrollar unos y otros, sino que radica en que la calidad desplegada en el desarrollo y fabricación de la línea constructiva del armazón del PC. En este sentido, los clónicos muestran por norma general una parquedad extrema en las formas y materiales empelados en la construcción de la caja gris, mientras que los equipos de marca, aunque no todos ni siempre, hacen gala de una mayor robustez y fiabilidad mecánica así como de ciertos detalles en su acabado que facilitan su interacción con el usuario o con los profesionales de los correspondientes servicios técnicos.
Desde entonces y hasta hace bien poco, el resto de los sucesivos equipos informáticos que han ido engrosando mi lista de compañeros de fatigas, se han caracterizado por una composición física muy similar, aunque con el consabido y exponencial aumento de prestaciones. Por desgracia, la meteórica carrera en megahercios (MHz) de los procesadores y megabytes/gigabytes de las memorias RAM y discos duros, no ha tenido un progreso de similar magnitud en el diseño del armazón estructural que debe acoger estos y otros elementos. Sirva decir como ejemplo los muchos años que han trascurrido para que alguien cayera en la cuenta de lo práctico y funcional, a la par que cómodo, que resulta colocar los conectores USB/Firewire y audio en la parte delantera de la carcasa del PC.
Pero cuando parecía que tenían que transcurrir otro buen número de años para ver y disfrutar nuevos progresos y desarrollos en el mundo del PC, en un abrir y cerrar de ojo del mercado ha experimentado una total revolución. Naturalmente, la necesidad agudiza el ingenio y tras unos años en los que el negocio de las TI no se ha caracterizado por presentar unos resultados económicos especialmente boyantes, las compañías no han tenido más remedio que afinar su olfato para averiguar dónde se escondía el pastel.
Como no podía ser de otro modo, y ante los nuevos retos que debían afrontar los futuros ordenadores personales dirigidos al segmento doméstico, los fabricantes han visto claramente que buena parte de este negocio pasaba por sintetizar y armonizar el tremendo potencial y la elevada versatilidad de los ordenadores con las múltiples facetas lúdicas y de ocio digital parejas a la nueva sociedad de la información. Bajo estas premisas, la respuesta se ha concretado en una nueva generación de ordenadores bajo la denominación genérica de barebones. Un viejo concepto bajo una nueva estética que pretenden ser la respuesta más acertada (compacta y sencilla) a la demanda generada por un creciente número de usuarios, generalmente domésticos que sin querer adentrarse en los no siempre sencillos entresijos de la informática personal, no renuncian a disfrutar de las múltiples capacidades lúdicas-recreativas del PC.

El concepto barebone, ¿qué hay de nuevo, viejo?
Tanto años de cajas grises (CPU en formatos torre, semitorre y sobremesa) han terminado recientemente de forma casi radical con la aparición de no pocos elementos decorativos que posibilitan una integración y personalización más armoniosa de nuestro PC en los distintos entornos domésticos. Obviamente, este cambio no se produce por generación espontánea y tiene sus orígenes en el overclocking, fenómeno que paulatinamente ha impulsado la aparición de sistemas de refrigeración de mayor o menor sofisticación y que muchas veces llevaban aparejados cambios significativos en la fisonomía externa e interna de los ordenadores personales. Con esta media, se posibilitaba un aumento del rendimiento de los PC (procesador, FBS y memoria RAM) y al mismo tiempo se obtenía una exclusividad en el diseño. Con posterioridad, se han popularizado formatos que introducen nuevos elementos y dispositivos con meros fines estéticos tales como llamativas luces de neón, cajas transparentes, carcasas de colores, pequeñas pantallas LCD y un largo etcétera. De este modo, la más exclusiva y pseudo-clandestina enigmática ciencia del overclocking se transforma en una floreciente y popular moda que responde al nuevo nombre de modding, aunque actualmente ambas tendencias coexisten pacíficamente y en muchas ocasiones comparten estrategias comerciales, así como áreas de negocio.
Volviendo al tema que aquí nos preocupa, el concepto de barebone tiene, en principio, poco que ver con el igualmente popular fenómeno del modding. No obstante, la realidad nos presenta una actual generación de mini PC, la denominación más comercial de los modernos barebone, que hacen gala de elegantes y funcionales diseños totalmente en la línea esgrimida por los propulsores del modding.
Cabe recordar que la palabra barebone proveniente del inglés, y puede traducirse co

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