Histórico

Sistemas de altavoces 5.1

Un sonido de cine

Integrados en todo tipo de dispositivos audiovisuales clásicos como receptores de radio, televisión o reproductores musicales, los altavoces han llevado a cabo durante una larga serie de años su abnegada y muchas veces poco reconocida misión de hacer llegar hasta nuestros oídos todos los matices de la información sonora. Hoy, gracias a la masiva implantación de los sistemas de sonido 5.1 promovida por los sistemas de cine en casa, ordenadores personales y consolas de videojuegos, los altavoces cobran el protagonismo que siempre han merecido, haciéndonos sentir la verdadera dimensión de las modernas técnicas digitales aplicadas al terreno audiovisual.

Indiscutiblemente, ha sido la informática y la manipulación mediante procesos digitales de una gran cantidad de tareas de muy diversa índole que hasta hace relativamente poco tiempo se procesaban en forma analógica, la ciencia que ha transformado de un modo más profundo nuestras pautas de comportamiento, no sólo dentro de las más arduas jornadas de trabajo sino también en los momentos de ocio. Ajustándonos a la temática que en el presente artículo abordamos, la tecnología multimedia ha promovido la codificación y posterior tratamiento digital de todo lo relacionado con la imagen y el sonido, trayendo consigo una impresionante revolución que se ha visto culminada, en lo que a las técnicas audiovisuales se refiere, con la aparición de los sistemas Home Cinema (Cine en Casa) que nos convierten en espectadores de lujo en nuestra propia casa.
En la actualidad, y cuando las técnicas de digitalización del sonido han alcanzado la plena madurez, nadie se muestra indiferente ante la poderosa atracción generada por los efectos del sonido envolvente que todos en algún momento hemos tenido ocasión de experimentar. Ahora, ya sea mediante las últimas producciones cinematográficas en soporte DVD o gracias a la última hornada de videojuegos aparecidos en el mercado, los más sofisticados ambientes son recreados con inusual precisión dentro de las limitadas dimensiones de las más típicas estancias de los entornos domésticos. Algo ciertamente inimaginable en aquellos días en que en los hogares de todo el mundo comenzaban a escucharse los primeros sonidos generados por un altavoz que reproducía las inaugurales emisiones radiofónicas a comienzos del pasado siglo.
No obstante, la integración de los sistemas de audio multicanal en los entornos domésticos se produjo de forma gradual, pasando por una serie de escalas que mejoraron paso a paso la calidad de los efectos sonoros, creando toda una amalgama de tecnologías que han desembocado finalmente en los actuales sistemas de sonido 5.1. Muy concisamente, los sistemas polifónicos domésticos hicieron su aparición en 1958 con los ya casi olvidados discos de vinilo musicales que utilizaban un sistema estereofónico (2 canales), el cuál fue utilizado posteriormente en emisiones radiofónicas en la banda de FM, cintas de audio y de vídeo. En 1982, los laboratorios Dolby, que ya habían introducido un sistema de audio multicanal en las salas de cine, debutaban en los entornos domésticos con su tecnología Dolby Surround en la que se incorporaba un tercer canal para generar un efecto envolvente. Cinco años más tarde, esta misma compañía lanza Dolby Surround Pro-Logic, con cuatro canales de sonido independientes, incorporando esta vez un canal central para la reproducción de los sonidos provenientes de la acción principal. Esta tecnología tiene la particularidad de que puede ser representada utilizando una fuente de sonido estéreo mediante un decodificador Dolby Pro-Logic capaz de generar el sonido envolvente a partir de los dos canales estéreo primarios.

La evolución del sonido digital
Para casi todos nosotros, los primeros sonidos digitalizados que tuvimos ocasión de escuchar fueron aquellos ruidos más o menos sofisticados procedentes de los videojuegos instalados en las primeras máquinas recreativas o en aquellos originarios ordenadores personales que hoy recordamos con nostalgia. Los sonidos que estas máquinas podían emitir eran muy limitados, destinados únicamente a cumplimentar la acción de las imágenes y, por supuesto, monofónicos, por lo que a duras penas conseguían captar la atención del usuario. No obstante, el espectacular desarrollo de la informática y el aumento de las capacidades de los ordenadores personales pronto desembocaron en la aparición de las primeras tarjetas de sonido estereofónicas que, acompañadas de sistemas de dos altavoces, ofrecían al usuario una reproducción de audio de alta calidad y procuraban una mayor sensación de realismo en los juegos.
Pero la introducción masiva del sonido digital en el mercado de consumo surge del talento comercial de dos compañías que rápidamente intuyen una gran oportunidad de negocio en la distribución de composiciones musicales bajo este versátil formato. Así, de la unión de la compañía japonesa Sony y la holandesa Philips surge el primer soporte óptico para uso doméstico que proporciona un método totalmente fiable para almacenar la información sonora digitalizada. Este soporte, que permite la grabación y lectura de la información en formato digital mediante la utilización de un rayo láser de baja potencia, no es otro que el popular Compact Disc que pronto se convertiría en el medio de almacenamiento de información digital más utilizado.

La tecnología al servicio del ocio
Del mismo modo, y una vez que las técnicas de codificación digital del sonido se hubieron introducido de forma masiva en todos los ámbitos de la sociedad, los productores del séptimo arte centraron su interés en la digitalización de secuencias de vídeo y en las posibilidades que ofrecía la codificación bajo este formato de la producciones cinematográficas. Sin embargo, se encontraron con un serio obstáculo que debería ser solventado convenientemente antes de poder hacer realidad este ambicioso proyecto. El problema al que se enfrentaban estriba en que la digitalización de secuencias de vídeo con una calidad aceptable precisa de una gran cantidad de espacio por lo que para la grabación de una película completa es imprescindible contar con soportes con una mayor capacidad que la proporcionada por el Compact Disc o CD-ROM, denominación de la versión para uso informático del CD. En concreto, en los 650 MB de almacenamiento digital ofrecidos por los primeros CD-ROM únicamente tienen cabida 15 minutos de vídeo digital, capacidad a todas luces insuficiente dada la duración de cualquier producción cinematográfica.
Así, la solución más inmediata para aumentar de un plumazo la capacidad de los discos ópticos que posibilitase la grabación de un largometraje clásico al completo sin alterar sus dimensiones originales (12 cm. de diámetro) se basaba en aprovechar de un modo más óptimo la superficie disponible. Esta idea se concretó en el establecimiento de las propiedades que caracterizan al DVD, acrónimo que se dio al nuevo formato óptico y que contaba con un menor grosor de pista además de una más reducida separación entre ellas.
Naturalmente, cuando las producciones cinematográficas llegan al entorno doméstico mediante el DVD, traen consigo el sistema de sonido que ya reinaba en las salas de cine gracias a las té

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