Histórico

Proyectores multimedia

Una buena puesta en escena, la clave del éxito

En muchas ocasiones, el éxito o el fracaso de un negocio, una idea o un producto, no dependen de la propia esencia del asunto que se esté tratando, sino de la forma en que éste se da a conocer al mundo exterior. Así, hace ya bastantes años que la imagen se ha convertido en el arma principal que esgrimen todo tipo de publicistas y comunicadores para conquistar la atención e interés de la audiencia y, con ello, favorecer la consecución de sus intereses u objetivos.

La actual dinámica de los negocios y el trabajo corporativo conlleva una constante labor de marketing y formación, fundamentada en la explotación masiva de los medios audiovisuales. Todos conocemos los sustanciales beneficios que una buena campaña publicitaria puede reportar a nuestro negocio. Pero el propio éxito del trabajo publicitario está supeditado en gran medida a la utilización de los medios más adecuados, en la mayoría de las ocasiones notablemente sofisticados. En este sentido, el arsenal armamentístico es de lo más variado, con soluciones crecientes en medios y presupuestos que cubren por completo todas las áreas del mercado, desde los entornos SoHo a las grandes corporaciones multinacionales. No obstante, debido la amplitud de este tema y al enfoque de esta publicación, el tema de portada de este mes se centrará en las soluciones basadas en la utilización de medios informáticos multimedia. Más concretamente, en los proyectores multimedia que son la herramienta clave en el mundo de las presentaciones, y que con denodada frecuencia se utilizan en las empresas.

Promoción u ostracismo
Para bien o para mal, vivimos en una sociedad altamente desarrollada en la que rige con mano firme la ley de capitalismo, motivo por el cual, la competencia entre las empresas dedicadas a un mismo área de negocio es cada vez más salvaje. Fruto de esta feroz competencia, el mercado se ve continuamente saturado de productos prácticamente idénticos, donde las consideraciones relativas al propio producto quedan relegadas a un segundo plano en favor de las técnicas y medios que hacen posible ofrecerlo al público. Es decir, una acertada política de promoción suele marcar importantes diferencias respecto al resto de la competencia. No obstante, debido a la singularidad de este tema, sería conveniente que antes de profundizar sobre los elementos implicados en una presentación multimedia, se comenten y analicen los motivos principales que dan pie a su realización.
Imagine por un momento que una empresa va a lanzar al mercado un nuevo producto. Sin duda se trata de algo novedoso, revolucionario y sin que exista en el mercado nada que se le pueda igualar. En otras palabras, un auténtico “bombazo”, todo un éxito comercial, ¿verdad? Pero como todos sabemos, sin una buena campaña para darlo a conocer tanto a los medios de comunicación como al consumidor final de poco, o nada, servirá. Naturalmente, ya ha pensado en poner en marcha una agresiva campaña publicitaria (prensa, radio, y televisión), pero antes de lanzarse a la conquista del Universo el proyecto debe pasar una serie de filtros preliminares. En otras palabras, convencer a los directivos de la propia empresa, distribuidores, comerciales y técnicos, entre otros, que el nuevo producto no sólo ofrece unas prestaciones y potencial superior al de todos sus rivales, sino que, además, hay que hacer especial hincapié en las interesantes ventajas que aportan sus nuevos adelantos tecnológicos, así como mostrar el funcionamiento de sus nuevas y especiales características. Obviamente, es aquí donde puede plantearse la realización de una presentación, donde la inestimable ayuda de las numerosas herramientas informáticas, hardware, software y, en especial, la utilización de los proyectores multimedia, representan los pilares fundamentales con los que dar a entender de una forma clara y elegante nuestra propuesta o proyecto. Así, gracias a la utilización de impactantes imágenes, gráficos estadísticos, esquemas organizativos o funcionales, así como contundentes frases en las que se condense y plasme la esencia de nuestro proyecto o idea, lograremos ganarnos la confianza de nuestra audiencia, y consecuentemente, garantizar en un alto porcentaje el éxito de nuestra aventura comercial.
Una vez que se ha comprendido la necesidad de llevar a cabo la puesta en escena de nuestros propósitos, es más fácil entender que, en principio y muy a grandes rasgos, una presentación no es más que una forma de mostrar, con mayores o menores medios técnicos, a una audiencia determinada algo que se quiere y se desea dar a conocer. Asimismo, los argumentos o motivos que conducen a esta actuación pueden llegar a ser incontables y de muy distinta justificación. Así, por ejemplo, entre los más habituales y característicos podemos citar la clásica labor de marketing en la que se da a conocer un nuevo producto entre un reducido y selecto grupo de distribuidores o clientes potenciales, presentar al consejo de dirección la nueva y agresiva estrategia de ventas a seguir, o la cada vez más importante labor formativa de la realización de cursos o seminarios dentro y fuera de la empresa. Acciones que si se acompañan convenientemente con un significativo despliegue de medios audiovisuales se logrará captar con mayor facilidad la atención de la audiencia, así como mostrar una imagen mucho mas tangible de la idea o concepto que se quiere dar a entender.
Por otro lado, actualmente las presentaciones son una actividad muy común que con suma frecuencia se realizan en cualquier organización, ya sea con motivo de un inmediato lanzamiento de un nuevo producto, la exposición de un informe de resultados o el análisis de un futuro proyecto empresarial.
Asimismo, resulta evidente a todas luces que el motivo que da pie a una presentación puede ser tan variado como queramos imaginar, desde la venta de algo tangible, como un producto específico, hasta la planificación de un nuevo pero abstracto proyecto. En cualquier caso, y sea cual fuere el protagonista de la presentación y los motivos que la propician, en ella han de convivir armoniosamente tres factores esenciales. En primer lugar, se ha de tener perfectamente claro cuál es el contenido protagonista de la propia presentación, evitando en la medida de lo posible desviar la atención de la audiencia con asuntos secundarios o marginales. En segundo termino, hay que explotar al máximo las capacidades multimedia y audiovisuales de los más modernos sistemas y equipos, haciendo un generoso uso de una elaborada estética basada en la utilización de imágenes, fijas o móviles, y de frases en las que se sinteticen los conceptos principales. En último lugar, toda la presentación debe estar sumergida en un tonificante baño de dinamismo, hay que impedir a toda costa que la audiencia pueda desviar su atención de la pantalla para fijarse en aspectos intrascendentes del entorno en el que se desarrolla la propia presentación. En resumidas cuentas, si se logra realizar una presentación en la que se combinen adecuadamente estos los tres principios básicos, se abrirá, sin duda alguna, una inmejorable vía de comunicación para realizar publicidad directa y esto, al fin y al cabo, conduce en un futuro crecimiento de los beneficios de la empresa.

De la pizarra al proyector multimedia
Aunque ya desde tiempos inmemoriales las distintas organizaciones empresariales han recurrido a las presentaciones para af

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