Histórico

PC 2001, en la frontera del gigahercio

Todos para uno y uno para todo

El pasado 6 de marzo, AMD, en contra de todo pronóstico, proclamó su victoria en la consecución de un anhelado reto, superar la mítica barrera del gigahercio con su Athlon a 1,11 GHz. Tan sólo dos días después, Intel revelaba su propia versión a 1,13 GHz. Meses después de verter ríos de tinta sobre el mismo tema, la cosas no han cambiado mucho, siguiendo más o menos el curso establecido. Es hora ya de plantearnos seriamente conocer a fondo cómo han progresado estos chips, y de comprobar sus repercusiones en el mercado.

Aunque ya hace algunos meses del anuncio por parte de AMD e Intel, de haber conseguido la ansiada meta de superar la barrera del gigahercio en la frecuencia de funcionamiento de sus procesadores, lo cierto es que a pie de campo, y hasta la fecha, son muy pocos los equipos, contadas perlas de la ingeniería informática, que cuentan con uno de los modelos más altos de estos dos fabricantes. Sin embargo, la llegada de la campaña navideña, con su tradicional avalancha de ofertas, unido a la inminente renovación del mercado de los procesadores, obliga a una rápida salida al mercado de estos modelos.
Además, y fruto del intento de Intel por seguir los agigantados pasos de su crecido rival, problemas técnicos de cierta consideración han obligado a paralizar la producción de sus procesadores Pentium III a 1,13 GHz, una circunstancia que, entre otras muchas consideraciones, ha vuelto a poner de manifiesto la extremada delicadeza constructiva de estos componentes y las cada vez más exigentes condiciones térmicas para su buen comportamiento.
Por otra parte, el procesador no lo es todo en un ordenador. No obstante, aunque la gran mayoría de los usuarios toman como referencia la velocidad del procesador para hacer una estimación de las posibles prestaciones de un equipo informático, lo cierto es que hay otros muchos condicionantes que influyen decisivamente en el rendimiento general de todo ordenador.
Cuando se busca un ordenador de máximas prestaciones, la referencia obligada pasa por dotar a este nuevo equipo con el último y más potente procesador disponible en el mercado, ya que este componente es el motor principal de cualquier sistema informático. No obstante, y a pesar de ser un aspecto determinante, este influyente elemento suele ser, además de uno de los componentes más caros del ordenador, el que sin duda alguna suele pasar un mayor tiempo ocioso o mínimamente utilizado. Pero de éste, y de otros aspectos relacionados con el procesador, ya hablaremos más adelante y en profundidad en este mismo artículo.
Inicialmente, el objetivo marcado en este tema de portada es describir en profundidad las características técnicas de los procesadores más potentes de AMD e Intel, el Athlon Thunderbrid y Pentium III Coppermine, y los condicionantes para su óptimo funcionamiento. Con posterioridad, presentaremos una serie de soluciones complementarias con las cuales potenciar verdaderamente un ordenador de gama alta para sacar el máximo partido a las capacidades del estos procesadores de última generación. Por último, analizaremos los equipos que, dotados de uno de los procesadores más potentes de estos fabricantes, han llegado a nuestra redacción.

Pentium III y Athlon: máxima competitividad
A las puertas del siglo XXI, la batalla que enfrenta a Intel y AMD por la hegemonía en el mercado de los procesadores para los ordenadores personales parece ser que se mantendrá durante una buena serie de años más, y esperemos que así sea. La segunda generación de procesadores Pentium III y Athlon, con sus denominaciones clave Coppermine y Thunderbird, respectivamente, viene a confirmar esta afirmación. No sólo ya al nivel de los procesadores para ordenadores personales de gama media y alta, sino que según los planes anunciados por ambas firmas, se espera que en el transcurso de los próximos años haya una mayor y feroz competitividad en todos los sectores de mercado.
Desde la aparición del procesador Athlon de AMD, Intel ha sufrido en sus propias carnes como su prestigioso procesador Pentium III empezaba a quedarse rezagado en prestaciones con respecto al modelo de su rival. Este hecho puntual no supuso, en principio, un cambio radical en el mercado, sino que mantuvo su línea continuista. No obstante, algunos atrevidos fabricantes fueron incluyendo los primeros Athlon en sus equipos, a pesar de las promesas de Intel en una rápida evolución de su Pentium III.
Viendo como AMD, mes a mes, iba ganando terreno en el mercado, Intel tuvo que acelerar, por encima de sus posibilidades, el ritmo de desarrollo de sus departamentos técnicos de I+D. Fruto de esta precipitación, los componentes que debían hacer nuevamente sombra a AMD, no tuvieron el éxito esperado por la detección de unos pequeños fallos técnicos. En la memoria de todos están los problemas de estabilidad de los Pentium III (SC242) a 1,13 GHz. Además, la arriesgada política a favor de una nueva tecnología de memoria RAM, la ya famosa Direct Rambus, unido a los fallos del chipset 820 en el soporte de este especial tipo de memoria, y la imposibilidad de utilizar la típica y funcional memoria SDRAM en aquellas placas que soportasen este chipset de Intel, propiciaron una nueva revolución en el mercado, con la entrada de nuevas firmas que sí supieron responder a las demandas plantadas, y con una AMD cada vez más asentada en el mercado logrando nuevos hitos.

Intel Pentium III "Coppermine"
Tal y como estaba previsto, el 25 de octubre del año pasado Intel sacó adelante su proyecto Coppermine, con el cual intentaba volver a coger el testigo de la supremacía en el mercado de los procesadores. Sin embargo, los injustificados retrasos en el lanzamiento del chipset 820i, la plataforma optimizada por Intel para el mejor rendimiento de su Pentium III Coppermine, dieron al traste con las esperanzas puestas en deshacerse de su rival.
Pero antes de sacar nuestras conclusiones, conviene estudiar las mejoras técnicas introducidas en la segunda generación de Pentium III.
En cuanto al proceso de fabricación, la principal diferencia con respecto a los Pentium con núcleo Katmai es que su elaboración está basada en un proceso de fabricación de tan sólo 0,18 micras, unas 600 veces menor que el grosor de un cabello humano. Este importante avance posibilita que el propio chip tenga un menor tamaño, cercano a los 105 milímetros cuadrados, a pesar de integrar un mayor número de transistores, unos 28,1 millones para ser más exactos. Asimismo, y gracias a esta reducción de tamaño, se consigue también disminuir el consumo energético al tiempo que se reduce el calor generado por éste. Estás dos últimas cualidades le predisponen para pasar a formar parte de los ordenadores portátiles, donde se saben apreciar y aprovechar verdaderamente estas buenas características.
Esta reducción en el consumo es más que significativa, incidiendo directamente en el calor generado, lo cual ofrece la siempre interesante posibilidad realizar sobre ellos técnicas de overclocking sin comprometer en demasía su estabilidad.
Cabe recordar que el proceso de fabricación de 0,25 micras había alcanzado su punto más significativo con los procesadores Pentium III a 600 MHz, que, incluso, sin ni siquiera utilizar técnicas de overclocking, necesitaba un voltaje especial de 2,05V para conseguir un funcionamiento medianamente estable, en lugar de los habituales 2,00V.
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