Histórico

Las WLAN 802.11b, la llave del éxito

WLAN

Qué duda cabe, y así lo han entendido los principales fabricantes del sector informático, de que una de las áreas tecnologías más prometedoras en esta próxima década es la relacionada con la interconexión e intercomunicación de los distintos sistemas informáticos mediante enlaces inalámbricos. Obviamente, la principal ventaja de las redes inalámbricas frente a las tradicionales redes cableadas es su mayor flexibilidad en cuanto a las posibilidades de comunicación se refiere, facilitando la conectividad en aquellos lugares donde el ordenador no va a permanecer mucho tiempo en un mismo lugar, o donde por la especial configuración del entorno no se pueda, o no esté permitido el tendido de cables.

La consolidación bajo estándares
Pese a sus evidentes ventajas, la andadura inicial de las WLAN tenía todos los visos de convertirse en una triste tragedia. Sin embargo, la puesta en escena de los primeros estándares, y muy especialmente el 802.11b con sus más que prometedores 11 Mbps de velocidad máxima de transmisión, dieron un espectacular giro a los acontecimientos.

Como suele ocurrir en otros muchos campos de la industria, a pesar del atractivo y funcionalidad de las WLAN, la falta de estándares que diesen confianza a los potenciales usuarios de esta tecnología, fue la principal razón de la lenta acogida que éstas tuvieron en el pasado. Así, y tras lo primeros lanzamientos, pronto la industria se dio cuenta de que las WLAN sólo conseguirían su éxito comercial, siempre y cuando se garantizase elevadas cuotas de fiabilidad y compatibilidad entre los productos de los distintos fabricantes, cuestión que requiere de los oportunos estándares.

En un primer paso, allá por el año 1997, el Institute of Electrical and Electronics Engineers (IEEE) sacó adelante la especificación 802.11 como la norma mundial en materia de WLAN. Este primigenio estándar especificaba la utilización de velocidades de transmisión de 1 y 2 Mbps, así como un conjunto de métodos de señalización y otros servicios de red.

Bajo estos fuertes condicionantes, sólo aquellas empresas con aplicaciones muy especializadas, donde las redes inalámbricas ofrecían una rentabilidad de la inversión muy elevada, podían tolerar este problema. Obviamente, para el resto de entornos de trabajo este tipo de soluciones no eran nada recomendables, circunstancia que retrasó y frenó el despliegue de las WLAN.

Sin embargo, la demanda seguía moviéndose en niveles muy bajos, ya no sólo por la falta de confianza en una tecnología incipiente, sino también por la limitada capacidad de transmisión de los primeros productos, incapaces de satisfacer las necesidades de la mayoría de las empresas. Afortunadamente, esta situación ha cambiado radicalmente gracias a la reciente llegada del nuevo estándar 802.11b, que puso final a las diversas implementaciones que podían derivarse de la adopción de la norma original de 802.11 (RF con salto de frecuencia, RF con secuencia directa e infrarrojo).

A raíz de la puesta en marcha de la especificación 802.11b y la posterior cohesión de los principales fabricantes alrededor de esta nueva norma, el incierto panorama de las WLAN ha terminado de aclarase por completo evitando, al mismo tiempo, que dichas incompatibilidades se vuelvan producir en el futuro. Muy a grandes rasgos y entre otras muchas más consideraciones, dicha norma especifica principalmente una única técnica de modulación (DSSS) y el empleo de ondas radiofrecuencia (RF) en la banda 2,4 GHz y, además, establece los mecanismos necesarios para garantizar la obligada compatibilidad de funcionamiento la cual se efectuará a través de la Alianza para la Compatibilidad de Ethernet Inalámbrica (WECA, Wireless Ethernet Compatibility Alliance).

Así pues, avanzando en el desarrollo y funcionalidad de las redes inalámbricas, el IEEE ratificó en 1999 un nuevo estándar diseñado para proporcionar velocidades Ethernet, el 802.11b de Alta Velocidad. De tal forma, que los dispositivos acogidos a esta nueva norma admiten tasas de transferencias de datos de 1, 2, 5,5 y 11 Mbps en la banda de 2,4 GHz. Esta característica proporciona la posibilidad de realizar un cambio dinámico en la tasa de transferencia que amplía el alcance de uso y la fiabilidad de los dispositivos inalámbricos para ajustar la velocidad según las variables condiciones de cada momento, permitiendo un mayor alcance e inmunidad contra las interferencias.

El nuevo estándar IEEE 802.11b, también conocido como IEEE 802.11 High Rate y que fue ratificado el 16 de septiembre de 1999, proporcionó el respaldo definitivo a la normativa estándar inicial, ya que no sólo permite operar a una mayor velocidad de transmisión, sino que, además, resuelve las carencias técnicas relativas a la falta de movilidad, seguridad, escalabilidad y gestión, existentes hasta entonces. Además, el consorcio WECA (Wirelless Ethernet Compatibility Alliance), formado por un nutrido grupo de relevantes empresas, acogiéndose a las especificaciones del estándar ha desarrollado un nuevo conjunto de dispositivos inalámbricos de mayores prestaciones y menor coste. En concreto, este consorcio ha establecido un estándar llamado Wi-Fi (www.wirelessethernet.com), que permite la certificación de los productos acogidos a esta normativa para lograr que entre ellos exista una obligada compatibilidad y otros aspectos comunes de actuación como la facilidad de configuración, unanimidad de protocolos, modos de funcionamiento.

Resumiendo, las soluciones WLAN acogidas a la especificación IEEE 802.11b emplean la tecnología de transmisión de radiofrecuencia, operando en la banda ICM de los 2,4 GHz, de libre uso, y especifica las técnicas DSSS para la modulación y CSMA/CA para el acceso al medio, así como la arquitectura básica de comunicación, y los mecanismos de seguridad conocidos como WEP (Privacidad Equivalente al Cable). Además, para incrementar las velocidades de transmisión de datos, 11 Mbps y 5,5 Mbps, se utiliza una nueva técnica de modulación avanzada conocida por las siglas CCK (Complementary Code Keying), mientras se mantiene los sistemas DQPSK (Differential Quadrature Phase Shift Keying) y DBPSK para las velocidades de 2 y 1 Mbps, respectivamente. Asimismo, para soportar entornos con elevados niveles de ruido (interferencias), así como distancias amplias, la especificación 11b se vale del mecanismo Dynamic Rate Shifting, que permite que las velocidades de transmisión se ajusten automáticamente a fin de compensar la naturaleza variable de los canales de radio utilizados en la comunicación inalámbrica.

Por otra parte, el estándar IEEE 802.11b, como parte integrante de la norma general IEEE 802, se centra en los dos niveles más bajos del modelo OSI, el físico y el de enlace de datos. Así, cualquier aplicación, sistema operativo de red o protocolo LAN, incluido el omnipresente TCP/IP, funcionan y se comportan de igual modo a como si se estuviera trabajando sobre una típica red Ethernet cableada.

Por último, el estricto cumplimiento del estánda

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