Histórico

Del papel al monitor

Escáneres USB

Indiscutiblemente, la popularidad de los escáneres ha aumentado al mismo ritmo que sus prestaciones, siendo hoy en día muy habitual la adquisición de uno de estos dispositivos junto al equipo informático en el que va a ser utilizado. Debido a la sencillez de manejo ofrecida por los últimos modelos, cualquier usuario, aún sin conocimientos previos en esta materia, puede ser capaz de instalar y utilizar uno de estos dispositivos en sus prácticas más comunes. Sin embargo, cuando se desea obtener el máximo rendimiento, puede resultar de gran ayuda conocer más a fondo el funcionamiento de estos versátiles aparatos.

El funcionamiento interno
Con anterioridad hemos descrito los detalles de la manipulación de la información en formato digital. Ahora es el momento de adentrarnos en las interioridades del escáner y comprender el modo en que éste genera la información.
Como ya hemos mencionado, la captación de la imagen se produce por medio de un sensor óptico que recoge las distintas intensidades de la luz, enviando estas señales a un conversor analógico/digital que las convierte finalmente en números binarios. Este sensor está compuesto por un conjunto de transistores que recogen las distintas longitudes de onda de la luz que previamente han sido descompuestas en sus componentes básicos mediante una serie de lentes estratégicamente situadas. Esta luz proviene de una potente lámpara que, al igual que el sensor, está instalada sobre un carro móvil que se desplaza a intervalos regulares a lo largo del interior del escáner. El reflejo de la luz sobre cada una de las líneas en las que se divide el documento situado sobre el cristal del escáner produce distintas intensidades eléctricas en el sensor y conforman la señal analógica que será convertida al formato digital por el conversor A/D. De este modo, la información de la imagen es recogida línea a línea y enviada posteriormente hacia el ordenador, donde será procesada y reconstruida sobre la pantalla.

Tecnologías del sensor
Entre los escáneres que actualmente pueblan el mercado, podemos distinguir dos diferentes tecnologías en cuanto al tipo de sensor utilizado. El sensor que ha sido más comúnmente utilizado es el denominado CCD, o dispositivo acoplador de cargas, que sigue siendo usado mayoritariamente, gracias a su excelente rendimiento y más elevada resolución, en escáneres de gama media/alta. El segundo de los sensores en litigio se conoce bajo las siglas CIS (Sensor de Imagen por Contacto), que dispone de una tecnología más reciente, aunque en franca expansión.
En la actualidad, el sensor CCD continúa manteniendo el liderazgo en el mercado, debido a las superiores prestaciones que ofrece frente a su exclusivo rival. En cambio, la tecnología CIS ofrece una serie de ventajosas características mediante las que ha conseguido afianzarse firmemente entre los dispositivos de gama media/baja. Entre estas características podemos distinguir algunas tan importantes como un menor consumo, que permite a los dispositivos equipados con este tipo de sensor e interfaz de conexión USB prescindir de fuentes de alimentación externas, ya que pueden recibir la energía necesaria a través del propio cable de la interfaz. A su vez, cuenta también con un menor tamaño, que permite una reducción considerable en el volumen de los dispositivos en que se instale, así como un menor número de partes móviles, lo que redunda en un menor coste de fabricación y comercialización, y una mejor resistencia frente a posibles averías mecánicas.

Características básicas de digitalización
A la hora de adquirir un escáner es necesario observar las características que éste ofrece en base a determinar si sus prestaciones resultarán suficientes para efectuar con soltura el cometido al que será destinado. Entre estas características existen dos aspectos a los que deberemos prestar especial atención, ya que resultan determinantes en la calidad final de las digitalizaciones. Estas características son la resolución y la profundidad de color.
En referencia a la primera de estas propiedades, ésta determina la cantidad de puntos que pueden ser discriminados en la superficie de una imagen, tomándose como unidad de medida la cantidad de puntos que pueden ser captados por cada pulgada. Para determinar la capacidad de un escáner en este sentido se toma generalmente como referencia la resolución máxima que el dispositivo puede alcanzar. Por supuesto, un mayor número de puntos redundará en una superior calidad en el resultado de la digitalización. La resolución máxima se divide, a su vez, en dos valores independientes que determinan esta capacidad tanto vertical como horizontalmente. Concretamente, el valor de la resolución horizontal se conoce como resolución óptica, ya que está determinado por la cantidad de acopladores de carga integrados en el sensor, cada uno de los cuales captará la intensidad lumínica en un punto concreto en el sentido horizontal de la imagen. La resolución vertical, en cambio, está determinada por el desplazamiento del carro en esta misma dirección, por lo que es también conocida como resolución mecánica. Mediante este desplazamiento, la totalidad de la imagen será expuesta al sensor en sucesivos avances, recogiendo así la información de cada una de las líneas que la componen.
En algunas ocasiones, los fabricantes mencionan también la resolución máxima interpolada, la cual suele ser varias veces superior a la resolución real del escáner. Esta resolución superior se consigue mediante la aplicación de una serie de técnicas cuya función consiste en generar más puntos que los que el sensor puede diferenciar, intercalando puntos imaginarios y con una tonalidad determinada por la de los puntos adyacentes. Sin embargo, estos valores resultan ficticios, ya que ello no significa un aumento en el detalle de la imagen sino únicamente en su tamaño.

Un universo de matices
Por otro lado, la profundidad del color determina la variedad de tonalidades que el sensor será capaz de diferenciar. De este modo, la utilización de un sensor que cuente con un mayor índice en lo concerniente a este valor, repercutirá en la obtención de imágenes con una mayor fidelidad respecto a los valores de color de la imagen original. Este valor suele estar expresado en bits y se sitúa, en la mayoría de los escáneres actuales, en 24 bits, o lo que es lo mismo, 8 bits por cada canal de color. Esta profundidad de color, que permite representar más de 16,7 millones de colores diferentes, se conoce como “color verdadero”, ya que es superior a la cantidad de colores que el ojo humano puede distinguir.
Algunos escáneres más avanzados alcanzan una profundidad de exploración de 30 e incluso 36 bits, aunque la profundidad de la imagen generada se mantiene en los 24 bits, lo que supone la utilización de entre 2 y 4 bits extras por cada canal de color. Esta información sobredimensionada es posteriormente analizada por el controlador del dispositivo, descartándose finalmente los bits considerados menos relevantes en cada canal. Mediante esta técnica se obtienen imágenes con una mayor definición y similitud en los colores, generalmente superiores a las conseguidas por dispositivos de 24 bits.

Las vías de comunicación
Una vez que el conversor A

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